Policía con pasamontaña es digno de su deber?
En un tiempo se habló de que la policía debe estar cerca del ciudadano común y corriente; que su deber en las calles, barrios, colonias y ciudadades es proteger la integridad física de los que deambulan de manera libre.
Se han hecho esfuerzos del gobierno federal y estatal para que las corporaciones dignifiquen la seguridad y amplíen en reconocimiento del entorno como ciudades tranquilas y que los empresarios o consorcios vean que pueden invertir generando trabajo seguro y con prestaciones sociales.
En Sonora y en especial la región del Mayo aún se confía en la policía, no hay duda de ello. Seña está que, ahora que se ha implementado en varios municipios como Cajeme, Hermosillo, Nogales y Guaymas los mandos militares, ni en Navojoa como en Etchojoa ni Huatabampo, tampoco en Álamos ni Benito Juárez ni en la mayoría de los setenta y dos municipios, no llegó está medida federal.
Ha habido Programas, así con mayúscula, de Policía de Proximidad, Policía en tu Colonia, Policía Deportiva con el fin de que cualquier mundano se sienta tranquilo, pero, ¿qué pasa ahora que la policía se tapa la cara con pasamontañas y te interroga cuando detiene tu carro?.
Esta práctica se ha vuelto más común entre los servidores uniformados y en pueblos como los descritos arriba todos son conocidos; unos van de un municipio a otro a cumplir su encomienda de cuidar a la ciudadanía, bien harían los diputados de la LXIII Legislatura y el Gobierno de Alfonso Durazo Montaño “pegar” una esculcada a este sector de la sociedad que requieren de muchas prestaciones económicas, de salud, vivienda y préstamos económicos como lo hacen los burócratas al servicio del Estado.
El caso de los “trapos” en la cara de la policía lejos de hacerlos sentir bien les denigra su función porque la población no sabe con quien está tratando, menos en la noche y con fusil en la mano.
Señor gobernador, diputados y presidentes municipales tienen ustedes la última palabra.
